viernes, 31 de enero de 2014

Mi pecado fue dejarte ir. Pero ya.

Las horas se han recreado en cada minuto.
Los segundos han jugado a ser años.
El tiempo no ha avanzado.
Pero se ha llevado el mes de enero, y tal vez tu recuerdo.

Olvidar no estaba en mi vocabulario.
En diciembre, claro.
Ahora sí.
Y no tengo miedo a usarlo.

Mis suspiros no van dirigidos a la melancolía de tus labios, de tus besos.
He dibujado tres pecas nuevas en mi piel.
Tú no las conoces, y no dejaré que las encuentres. Nunca, creo.

No confío en nadie.
Menos en mi misma. Impredecible.
Tal vez hoy te rechace. Mañana muérame por tu aroma.
¿Realmente estoy tan loca?
Tus huellas han quedado incrustadas en mi cuerpo, y no consigo desprenderme de ellas.

Ya no me siento la misma.
Y lo que de verdad importa es lo que hacemos ahora y no lo que no hicimos o podríamos hacer.
Me siento como si lo estuviese perdiendo todo.
Y solo intento desatarme de ti.
¿Podría este ser nuestro final?

Los hombres sois una puta droga.
Doléis, y el resultado final es un corazón quebrado.
Pero. Joder.
Sois tan placenteros.
Pero. Doléis.

La próxima vez que nos veamos no sostendré tu mirada café.
No es que ahora me pongan los ojos verdes. Que también.
Pero los míos color miel han encontrado otros marrones a los que perseguir.

Sigo anclada en los 80. Soy de los 90. Vivo en el XXI.
Es ridículo. Creo tener 43 años. Y 9. Pero 16.
Yo no era amante de las matemáticas.
Aquí estoy jugando con los números.
La lógica no era arte. Porque el arte no tenía lógica. ¿Y ahora?

Hoy necesito que la poesía no tenga ningún sentido, ni reglas, ni cultismos.
Así escribo lo que me mata y me olvido de censurar lo que debería callarme.
Precisamente estoy quemada de recordar y de guardar palabras en mi arañado corazón.

Amo la moda. Y romper las reglas.
Me he tomado tres cafés. Y voy colocada.
Agresiva.
La música de fondo es rock de la década pasada. Muy dulce, al principio. Luego punzante.
Así se ha creado este texto.
Al son de una armonía de notas, con el ritmo de una canción.
La música vuelve a ser ciencia. Y sus compases casan con mis versos.

Va a ser 14. +. Y tu cumpleaños. =.Y odio febrero.
Pero hace poco aborrecía la poesía, las flores y cenar en familia. Ahora son rutina.
Cuando vuelva a cambiar: amaré febrero. O a ti, de nuevo. Que viene a ser lo mismo.

Me has pedido tan poco.
Y yo quería tanto.
Económicamente no era rentable.

No espero que nadie entienda esto.
Es confuso.
Agresivo, de nuevo.

Me basta con que te llegue a ti.
Ya que así deberían ser las cartas. Íntimas. Como hacer el amor bajo las sábanas.
K

2 comentarios:

  1. Qué alegría que hayas tenido la valentía de olvidar y salir adelante. Ojalá yo.

    Te dejo mi blog por si te apetece: www.fueenunaciudadsinmar.blogspot.com ¡Un besazo!

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  2. Dios mío, me encanta cada uno de los versos, en serio... me he sentido súper identificada en eso de odiar la poesía y haberla convertido en rutina.
    Sinceramente, creo que algunos sentimientos son tan fuertes que son imposibles olvidarlos y, simplemente, los dejamos en modo "espera" aunque, a veces, esa espera se alargue toda una vida...
    Es precioso lo que escribiste, de veras.
    Besos, te espero.

    -Mary Rigby♥

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